12 de Enero de 1920, Lunes

Querido Diario:

A los sublevados del Cuartel del Carmen en Zaragoza los han fusilado.

¡Madre mía, qué miedo! Dice Padre que a ver cómo salimos de ésta que, entre lo del Rif y los anarquistas, perdemos fuelle todos en cuanto a inversión pública.

No le discuto aunque me parece a mí que aquí los que salimos perdiendo somos siempre los mismos… Entiendo la importancia de mantener el orden, pero el otro día leí que en Granada un obrero apuñaló a otro porque no quería prestarle 1,5 pesetas.

No sé si las quería para beber más vino o para sacar adelante a su familia porque, dicen, fue una disputa de taberna, en Los Altramuces, en el Realejo. Lo que está claro es que la pobreza no cambia de manos y los hombres enloquecen con o sin vino.

Y raro es el día en que no aparece en el Diario algún robo de ropa o incluso de leña o vides. Disputas, riñas, peleas, puñaladas, disparos… ¡Esto es el acabose! Incluso a un alcalde han matado por no sé qué pueblo de Graná… ¡A dónde vamos a llegar!

El caso es, me da la impresión, que si entramos en guerra fue por defender los intereses de los empresarios poderosos frente a los rifeños y ahora, con los de los patronos industriales, haremos lo mismo con los anarquistas y sublevados.

Al final los pobres que nos conformamos con el orden social lo pagamos con nuestra hambre y trabajo, y los que no, con su vida. Y no es que en casa nos falte el pan, por suerte, pero una mira a su alrededor y se le parte el alma con tanta miseria.

Todo esto es mucho más que una crisis obrera. Parecen no darse cuenta nuestros gobernantes que cada vez la gente tiene menos que perder. Y cuando no hay nada que perder, cualquier cosa es ganar…