Querido Diario:
¡Hoy, San Antón! Y como dice la coplilla:
Tras de alguna maravilla
del gran pincel de Morcillo,
me gusta, hermosa chiquilla,
en invierno la morcilla
con habas y buen vino.
Hoy hemos comido todos juntos con Tita Encarnita, Tío Paquito, los primos y el abuelo. No cabíamos en la mesa ni apretaoh. Así que primero han comido los niños y después los mayores. El abuelo dijo que ya tenía que comer en la mesa de los mayores y a Madre le ha parecido bien.
No fuimos al campo, pero esta vez no sólo he ayudado a guisarlo y he preparado la mesa, sino que, además, hice una ensalada de apio para acompañar el ágape. Así que Padre me ha convidado a un vasillo de vino dulce en la sobremesa para agasajar mi labor de hoy.
Me he ajumao un poco y no podía dejar de sonreír, pero creo que no se han dado cuenta. Bueno, quizás, el abuelo se ha percatado de algo:
-¡Cucha, mi Conchita! Si parece se ha echao colorete como las mocicas. Ya mismo están los galanes paseándole la calle.
– Yo no quiero pretendientes, abuelo, que bueno es uno y salir bien.
-La tienes bien aleccionáh, ¿eh? Concha Madre…
– Esta viene ya con las lecciones aprendidas de nacimiento, Padre. ¡Pues no sabe ná la niña!- Le contestó Madre al abuelo.
-¡Pues no será tan niña!- replicó el abuelo guiñándome cómplice por haber utilizado con mi madre el mismo comentario por el que me regañó a mí.
– ¿Ves? Lo que yo te digo, que sabe más que los ratones- Sentenció mi madre divertida dándose cuenta de que se lo había contado al abuelo buscando apoyo en el patriarca que todo lo relativiza con gracia – La verdad es que ya va siendo toda una mujercita- Ahí, aflojando hebra.