MaRGaRiTa MaRíN
Querido Diario:
Hoy hablaban en El Defensor de que hemos llegado ya a un punto de “pobres pidiendo limosna contando miserias” que parece que la mendicidad se ha convertido en industria. Seguramente habrá algún aprovechao, que dar limosna no es la mejor solución y que para ayudar al desvalido está ya la Beneficencia, pero dicho así parece que uno es pobre porque quiere. ¡Y nada más lejos de la verdad!
Mira La Reme, mismamente, se va con los chiquillos a las chumberas a coger chumbos con sus cañas rajáh, o caracoles o lo que sea, y luego los vende con mucha dignidad aunque luego le demos unos centimillos más por caridad. Estoy segura de que ella no es pobre porque quiere.
La caridad por sí misma no es mala. Lo que es malo es abandonarse y culpar siempre a los demás de tus desgracias. La Reme, sin embargo, no culpa a nadie, tira pa’lante como una burra y no queda más que ayudarla.
Pero culpar a los pobres por ser pobres me parece, además de poco cristiano, que es más pa’librarse de culpa los que tienen y no quieren dar, que por la mendicidad. ¡A ver cómo distingue una si el pobre es buena o mala gente! O das o no das. Allá cada cual con su conciencia.
Y yo le doy lo que me da la gana, a quien me da la gana, cuando me da la gana. ¡Faltaría más! Como si tener trabajo fuera tan fácil… ¡pues no hay obreros paraos ahora! Esque, esque…
¡Na’máh que por eso le voy a dar limosna al primer pobre que vea! ¡Ea, de puro corahe!
