9 FEBRERO DE 1920, LUNES

Querido Diario:

Adora me tié ya frita. La quiero mucho pero cuando quiere algo y empieza con el erre que erre, no tiene fin. No es atestáh ni ná. Ahora le ha dado porque ella también quiere una libreta pa’escribir sus cosas y a falta de la propia quiere coger la mía. ¡Ni hablar del peluquín!

He tenido que buscar un escondite secreto detrás de la cómoda del cuarto para que no la encuentre porque lo que ella quiere no es “una libreta”, sino “mi libreta”, pa’cotillear lo que escribo. Se creerá que me caío’un guindo. No sabe ná ni ná. De tó se tié que enteráh.

Hay que estar viva con ella. A la chita-callando pero está siempre pendiente de tó. No se le escapa una. ¡Pues no hay que tener cuidao con Doña Adoración! Tiene una facilidad pa’hacerse la tía’loh higoh y sonsacarte lo que quiere… ¡Vamos, ni la mismísima Matahari! ¡No hay color!

Hoy precisamente estuvo hablando la maestra de Adora con Madre y le pidió que no la saque del colegio, que vale mucho para los estudios y que sería una pena desperdiciar su talento.

¡Pues estamos arreglaos! Como Madre acceda a la petición ahora me va a tocar a mí hacer el doble de tarea en el taller sobre lo previsto. Pero, la verdad, que si la chiquilla vale… ¡ni qué decir tiene! ¡Ya me hubiera gustao a mí poder seguir estudiando!

Así que habrá que hacer de tripas, corazón, y arrimar el hombro para que pueda seguir con sus estudios. ¡Eso sí! ¡Qué le busquen su propia libreta, y un cartapacio si quieren, pero que se olvide de la mía!