Querido Diario:
Hoy, cuando fui a entregar unos encargos del taller y a comprar cuatro avíos que hacían falta, me crucé a Manolín acarreando su carretilla repartiendo lo de la droguería en donde trabaja.
No sé cómo puede. ¡Ángelico, si el carro era más grande que él!
Pues aun así de cargao, con los brazos abiertos de lao a lao sujetando el carro, todavía le quedaba fuelle pa’chiflarme una coplilla.
¡Qué tío, no tié’arreglo!
Resulta que una vez, cuando estuvo de visita la familia argentina de mi vecina, se me ocurrió comentar que me gustaban mucho los tangos ¡y pa’qué! Ahora toh’loh días, cuando me ve, me canta alguno. La Criolla me ha silbado en plena calle y a distancia.
¡Ahí, pa’que se entere to’er’mundo!
¡Qué vergüenza, mare mía! Me he hecho la despistá pero me he puesto roja como un tomate, espero que no se haya dado cuenta nadie pero ¡qué tío, se creerá que no conocía la copla y su trasfondo! Menos mal que sólo era chiflá y no cantá con toh’sus letras…
¿Dónde aprenderá todas esas coplillas? ¡Se las sabe todas er gachón!
Si esto es de chico, cuando crezca… ¡Miedo me da del D. Manuel!