Querido Diario:
¡Menuda comedia tienen montada con el pleito por la Alcaldía!
El Gobernador que dice que es mentira, que él ni ha pedido ni va a pedir la dimisión del Alcalde, que «¡En qué cabeza cabe semejante idea!».
El Defensor le replica y le dice que claro que no lo ha hecho, pero porque ellos ya le pusieron sobre aviso por si se atrevía a hacerlo.
Pero lo más espantoso es lo que cuenta un político recién llegado de Madrid el mismo domingo, muy al corriente de lo que se cuece por el Ministerio de la Gobernación:
Resulta que el subsecretario de Gobernación requirió al Gobernador Civil para que llamara al despacho del Alcalde y le pidiera su dimisión inmediatamente, pero, aquí es donde está el jaleo, el Gobernador, que con intencionada parcialidad contra el Sr. Ortega, en estos días previos a la elección, y no creyendo nunca en el movimiento de opinión que se alcanzaría en Granada a favor del Sr. Ortega, no se le ocurrió otra cosa que, al dar informe al subsecretario y al Ministro, despreciarlo y decir que se trataba tan sólo de “cuatro comerciantes soliviantados”.
Total, que atrapado por sus propias palabras, se tuvo que desdecir ante el subsecretario al pedirle tal encomienda, poniéndole reparos para llevarla a cabo y pidiéndole tres o cuatro meses para que se apaciguaran los ánimos y así poder hacer dimitir a Sr. Ortega.
El subsecretario que no entendía por qué le decía lo contrario de lo que había venido informando insistió, y el Gobernador le dijo que era imposible y que para ello habría que derramar sangre. Entonces el subsecretario haciéndole ver que lo preciso es imponer nuevamente al Sr. La Chica le replicó diciendo: -“A mí no me importa nada que se derrame sangre en Granada”.
¡La madre que lo trajo! ¡Chico diablo er tío éste!
Pues estaría bonico que el Sr. Cangas-Argüelles pasara por el aro del subsecretario traicionando a los granadinos después de haber sido bien recibido por ellos cuando fue nombrado.
Y además, sabe de sobra que en Granada se acabó la política de covachuelas de otros tiempos. Por muy en contra que esté del Alcalde ¡loco estaría de meterse en semejante berenjenal!
¡No hay más que chalaos, mare mía!