DIARIO DE UNA ALBAYZINERA 1920

Ciber-novela por entregas en formato de Diario

21 MAYO DE 1920, VIERNES

Narrado por la autora
MaRGaRiTa MaRíN

Querido Diario:

Me ha contado Sole que Trini, una doméstica conocida suya que trabaja en una casa de la Gran Vía, que el otro día sintiéndose desventurada en amores decidió ponerle fin a sus días y para ello fue a comprar pastillas de sublimado (Bicloruro de Mercurio) a dos farmacias distintas para hacerse con suficiente dosis como para envenenarse.

Las compró y se las tomó, y cuando empezó a sentirse mal, se arrepintió y tiró corriendo a la Casa Socorro contando lo sucedido. Al reconocerla los galenos se dan cuenta de que no presentaba los síntomas de la intoxicación y haciendo averiguaciones resultó que ambos farmacéuticos, previendo para lo que buscaba el sublimado, le dieron unas pastillas inofensivas para evitarle la intentona.

Siempre es dramático que alguien quiera quitarse la vida pero en esta ocasión hay que reconocer que el desenlace, además de acertadísimo, resulta un tanto cómico. ¡No son listos ni los boticarios!

Hablando de boticarios, dice Doña Rosa que D. José, el farmacéutico de al lado de la droguería donde trabaja Manolín, le ha dicho que quiere llevárselo a trabajar con él a la botica de aprendiz, que cada vez que lo ve tan dispuesto y tan chiquitico tirando del carro pa’rriba y pa’bajo se le parte el alma.

Y es que al parecer el hombre, que aunque casado no tiene hijos, está prendaídico con las aptitudes de Manolín, al que si empieza a trabajar en la botica, habrá que empezar a llamar ya Manolo, porque si aprovecha la oportunidad que le está brindando la vida, y estoy segura que con lo espabilao que es lo hará, este acaba siendo farmacéutico. ¡Ya lo verás!

Cuando se lo ha contado Doña Rosa a Madre, me ha entrao un pellizco en el pecho de la emoción y se me ha hecho un nudo en la garganta… Vale que a veces es un poco quemasangres con tanta bromica y tanta coplilla pero hoy me siento especialmente orgullosa de él. Y es que yo no quiero más que le pasen ya cosas buenas en la vida, a él y a su familia, que llevan ya mucho sufrío

Ya lo estoy viendo con su bata blanca, to’formal (en el mostrador, claro, pero eso sí, cantando en la rebotica que quien nace lechón…) Si veo que se aplica y prospera en el puesto, y llega a boticario, yo misma le dibujaré y bordaré el escudo de Farmacia. Lo prometo.

¡Qué me tiene entusiasmá hoy, er joío!

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