23 MAYO DE 1920, DOMINGO

Querido Diario:

Hoy después de ir a misa esta mañana, ná más llegar a casa, ya ha sacado la guitarra Papa-Antonio.

El abuelo es llegar la primavera, los días previos al Corpus, y ya hasta el final del verano, y coger su guitarra a darle que te pego en los ratillos muertos. Hace un par de años que para calentar los dedos antes de empezar a practicar su repertorio, toca el Tico Tico, para ir cogiendo soltura y velocidad en el movimiento de dedos y cambios de trastes, pero el hombre está ya mayor y su agilidad digital va decayendo, y cada vez que se atranca, vuelta a empezar desde el principio.

Es una canción brasileña muy divertida la verdad, pero lleva dos días y estoy ya de Tico Tico hasta el perico. 

¡Qué antiguo me ha quedado lo del perico! ¿No?

Ya ves, yo que siempre digo eso de que “esto es más antiguo que peinarse con la raya en medio”, ¡no te digo ya peinarse con perico!

A mí lo de los postizos de pelo la verdad que no me gustan aunque hay muchas señoras de postín que los siguen utilizando. Hombre, pericos ya no, pero trenzas para moños sí que se ven de vez en cuando. Ná, pelo muerto. Con lo fresquita y aseá que va una con la melena corta. Y si no corta, al menos, recogida en un moño bajo sin mucha floritura.

Como yo soy tan chiquitica y poquita cosa, Madre siempre dice que tengo que llevar una melena cortica al hombro lo suficiente larga para poderla recoger pero lo suficientemente corta como para que no se me vaya a ir la salud por el pelo. Y así la llevo. Con mis ondas que todas las noches me pongo mis pinzas pa’que se me marquen bien, y un moñico bajo para recogérmelo los días de trabajo. Y tan fresquita y mona y arreglá que voy.

No hay ná como una melena saneá.