Querido Diario:
-A ver, cronista – me dice de pronto Papa-Antonio periódico en mano- apunta en tu cuaderno que hoy vamos a hablar de Ángel Ganivet.
¿Cronista? Casi muero de la risa pero tomé mi cuaderno y mi plumín y me senté con él en la mesa a tomar nota atentamente.
–Sabes quién es, ¿no?
–Sí, claro, un escritor granadino del siglo pasado– Le contesté.
–¿Has leído algo de él?- Me preguntó sabiendo la respuesta.
-No, yo sólo sé que a principios de este siglo ya se pensó hacerle una escultura y que el Centro Artístico retomó la idea hace un par de años y abrió una suscripción popular para dedicarle un monumento, y que todavía están ello, y que ahora corre el rumor de que ha sido comprada para un museo de Bruselas. Un jaleo. Porque de ser así sería algo descabellado, no tiene pies ni cabeza que algo que pagan los granadinos se lo lleven a otro país. Y normal que se clame al cielo…
–No creo que se lo lleven a ningún sitio, chatilla, estate tranquila- me dijo intentando apaciguarme para continuar con lo suyo- Bien, pues este libro te lo regalo para que te lo leas- me dijo colocando sobre la mesa un libro que se llamaba «Idearium Español»- y ahora vamos a hablar de esta figura y no de su busto. Apunta:
«Ángel Ganivet nació (1865) en Granada en el seno de una familia de clase media quedando a los 9 años huérfano de padre (que era artista y militar) y a los 10 tuvo un desgraciado accidente en el que casi pierde la pierna, pero tras muchos años de tratamientos no sólo consiguió salvarla de la amputación sino que además consiguió no quedar cojo.
Esto supuso que cuando pudo iniciar sus estudios era ya era bien mozalbete y los cogió con tantas ganas y eficiencia que en tan sólo 10 años sacó sus estudios de Bachiller, la carrera de Derecho y la de Filosofía y Letras».
–¡Pues sí que aprovechó bien el tiempo!– añadí sorprendida.
«Para sus estudios de doctorado, que finalmente sacó con sobresaliente y premio extraordinario, se marchó a Madrid donde ganó unas oposiciones de Bibliotecas, Archivos y Museos, y fue destinado a la Biblioteca del Ministerio de Fomento.
Allí, poco a poco, se fue integrando en el mundillo literario madrileño. Era muy amigo de Unamuno, por ejemplo, que era compañero suyo de estudios. Y cuando llegado el momento concursó por la Cátedra de Griego en Granada, la perdió procurando, con este devenir, que conociera a Amalia Roldán, la que sería su amor y madre de sus hijos y que emprendiera profesionalmente la carrera diplomática aprobando unas oposiciones para cónsul…»
–Espera– interrumpí- ¿Su amor? ¿Nunca se casaron? ¿Vivían amancebaos?.
–No, nunca se casaron, aunque muy enamorados y llegaron a tener dos hijos, nunca se casaron, ni tampoco vivían juntos, creo. No sé por qué, pero quien la lleva la entiende…
–Claro, sus razones tendrían, pero menos mal que no vivía en Granada si no hubieran estado en boca de todos… Seguimos. Decías que aprobó pa’Cónsul:
«Una vez aprobó, primero, fue destinado a Bélgica como vicecónsul y después a Finlandia como cónsul, y fue en esta última donde produjo la mayor parte de su obra».
–He oído que se suicidó ¿Es verdad?
–Sí, lo intentó una primera vez tirándose de un barco pero fue salvado y tuvo que recurrir a una segunda desgraciada intentona para salirse con la suya. Pero esto no fue en Finlandia sino, después, en Riga, Letonia. Pero no corras tanto, reinilla. Cada cosa a su tiempo:
–No te digo que no, Papa, pero muy triste tendría que andar el chiquillo para tomar tan drástica decisión vital, y eso es importante, también, de saber, que he leído hoy en el diario la queja de que es un escritor incomprendido y ¿cómo queremos comprenderlo si no comprendemos su mundo interior?.
–Pues tienes razón, chatilla. Estaba muy triste. Se encontraba lejos de su querido país, sin su mujer, solo, tras las pérdidas de las últimas colonias españolas, cosa que afectó profundamente a su ideario, entristecido por la grave situación de su nación tras el desastre de la Guerra de Cuba y enfermo de “mal francés” que ataca a los nervios… Y cayó en una honda melancolía que no tuvo marcha atrás.
– ¡Ángelico! Y si tenemos en cuenta su difícil infancia, sin padre, cojo por años si poder hacer una vida normal de niño, jugando, corriendo, trepando… seguramente tampoco el hombre sería unas castañuelas ya de antes…
– Seguramente- me reafirmó el Abuelo con su característica risica– ¿Seguimos?
– Seguimos.
– Pues en este libro que te regalo hoy (Idearium Español), en el que desgrana la Historia de España a través de sus reflexiones acerca de lo que él cree que son los caracteres fundamentales de lo español, esté uno más o menos de acuerdo, habla de cosas muy interesantes, como: de la marcada improvisación en la actividad española a lo largo de la Historia, tanto en lo artístico como en lo práctico, o de la importancia de la voluntad y la falta de ésta para construir o destruir el futuro por mera dejadez...
– Claro, como siempre nos recuerda Madre: “Contra la Pereza, Diligencia”.
– Bueno, algo parecido… Tú léetelo cuando puedas, sin prisa, y a sorbitos, y ya me cuentas lo que va pasando por tu cabecica.
No sé, es un libro chiquitico pero promete ser intenso. No sé si me voy a enterar bien, yo soy más de novelas y folletines, pero en fin, si es por darle gusto al Abuelo, lo haré. Aunque no sé cuál es el objetivo del experimento. Ya te diré cuando me lo lea.
Puedes descargarte y leer este libro «Ideaurium Español» en la Biblioteca Virtual de Andalucía http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/consulta/registro.cmd?id=1037813
Paco Julio Jr 24 junio 2020
Graciaaaasss!!!! 🤗
MARGARITA MARIN 24 junio 2020 — Autor de la entrada
¡A mandáh!Mmmmuacks!