Querido Diario:
Por aquí, en estos días de lo que más se habla es del asunto de la carne. Y es que ya la ha liado gorda el señor Gómez Jiménez con el matadero.
El otro día mandó una carta al periódico diciendo que el actual encargado del matadero, puesto que antes ocupaba él, lo está haciendo fatal; que si la carne subió de 30 a 50 céntimos; que se sube el precio de la carne cuando en toda España está bajando…
Total, que ya han salido a protestar todos los interesados y conocedores del tema diciendo que miente más que habla, que no sólo está mucho más barata que en otras ciudades como pudiera ser en Córdoba, sino que a pesar de la falta de reses que sufrimos por culpa de la glosopeda, además en Granada sigue teniendo el mismo precio que cuando el Señor Gómez Jiménez regía el matadero.
Y ya han empezado a sacarle trapos sucios de cuando él lo dirigía y pa’qué… Mejor morir ignorantes. Cuentan cada cosa que…
¡Mare mía, qué asco! Menos mal que en casa somos más de pescao…
Pero lo importante es que ayer Papa-Antonio me llevó con él a ver la función de cinematógrafo que daban en el Hotel Victoria. La Mujer de Claudio, 3.500 metros de película protagonizada por La Pina Menichelli y amenizada por la orquesta Albeniz entre actos.
¡50 centimacos que costaba la entrada por ser tan larga!
¡No veas como se estiró conmigo anoche el abuelo! (¿Aeh?)
Pino Menichelli es una guapísima y famosísima actriz italiana de ojos claros, redondos y grandes, que al maquillarlos se los pintan tanto que parece tuviera ojeras. Tan guapa que incluso esta película que fuimos a ver hace dos años fue censurada en Italia porque era «troppo… affascinante».
La verdad es que resulta un poco suavona para mi gusto. Siempre hace papeles de mujer fatal, con la mirada perdida al infinito, sin mirar a los otros actores, con la mano en el corazón y parpadeando cada vez que habla. Una diva que agarra la copa de champagne con las dos manos para darle más sentimiento al trago.
¡No eh exageráh ni ná! Se tira toda la función que parece que se fuera desmayar de un momento a otro y siempre acaba la historia con una cara de traspuesta… que parece una dolorosa, vamos. Dicen que es la actriz más expresiva del cine. Tanto, que entre el público se ha ganado el apodo de “Nuestra Señora de los Espasmos”.
¡Mu’sentía ella pa’tó!
Eso sí, lleva siempre unos vestidos vaporosos y requeté-sensuales que me gustan mucho. Con unos collares de perlas larguísimos. Alguno le he visto que le llegaba casi a los pies.
Papa-Antonio me estuvo contando que es natural de un pequeño pueblo de Sicilia. De familia de comediantes, y que cuando empezó a actuar lo hacía como niño.
Por lo visto se fue a hacer una gira a Argentina y allí conoció y se casó con un italo-argentino quedándose a vivir en Buenos Aires por un tiempo y en donde tuvo tres hijos. El primero se le murió y cuando estaba embarazada del tercero se separó y se volvió a Italia alcanzando ya el gran éxito del que goza ahora.
Una diva pero, al fin y al cabo, una mujer valiente que no le importó romper moldes sociales para ser más feliz como una mujer separada.
¡Ay, ya quisieran muchas encontrar ese valor!