5 JULIO DE 1920, LUNES

Querido Diario:

El alcalde ha ordenado la recogida de todos los perros que no lleven la medalla de haber pagado el impuesto municipal por este concepto. Y además dice que serán recogidos todos aquellos que, aunque estén provistos de medallas, no lleven bozal.

Total, que todo el que tenga perro tendrá que acuquinar el impuesto y recoger la medallica en el Ayuntamiento. No me parece mal tampoco, que aquí nadie se hace responsable de nada, y bien que dan qué hacer con tanto animal suelto.

Estamos siempre igual. Cada uno a su avío.

Ya lo comenta hoy también el periódico, que si echáramos un vistazo a los periódicos de los últimos 10-15 años, los temas que pudieran parecer más añejos siguen estando de actualidad porque la falta o escasa actividad de las corporaciones granadinas terminan no resolviéndolos.

En concreto se queja de que no se ha resuelto ninguna de esas cuestiones de vital interés que preocupan a la opinión de Granada: el agua potable, el alcantarillado, las comunicaciones, el fomento del turismo, el saneamiento de la ciudad, la construcción de escuelas, el derribo de la manigua para urbanizar y sanear el centro…

Siempre las mismas quejas contra la pasividad del poder y contra la ausencia del capitalismo en el campo de las actividades progresivas. Nada nuevo bajo el sol. Lo mismo da que el Ayuntamiento tenga más o menos dineros, como que nuestros capitalistas aumenten o disminuyan sus especulaciones, nada de ello se traduce luego en realidades positivas pa’Graná.

Eso sí, a la Asamblea de Municipios de Barcelona no hemos mandado representación alguna, vaya ser que aprendamos algo nuevo de tendencias municipales actuales. Si esque…

Ni hemos cambiado ni llevamos camino de cambiar nada porque lo poco que se hace, en su mayoría, más por el esfuerzo de entidades privadas que por las corporaciones oficiales que miran más por los partidismos que por el bien común, o va muy lento o lo hacen sin sentido de continuidad.

Esto es como si nosotras en el taller no esperásemos más que pasarnos la vida haciendo remiendos, poniendo parches y coderas, sin aspirar a coser nunca un bonito vestido para lucir cada día de la temporada.

¡Pues iban a ir avíaos to’estos cursilones sin ropa nueva y bonita que ponerse!

Pues eso: Zapatero a tus zapatos, pero que digo yo que para llamarse zapatero hay que saber y hacer zapatos… ¿no?

¡A ver si espabilamos ya, chiquillo!