Querido Diario:
Hoy es el Día de la Virgen del Carmen, pero sobre todo, lo que cabe destacar es que es el día de mi hermanilla Carmelita y de mi madrina Carmela. Y como no podía ser de otra manera: ¡merendola de las buenas en casa!
¡Con pasteles incluidos! ¡Ole, las madrinas buenas!
¡Que me gusta un merengue, chiquillo!
Para esta ocasión, mi regalo a la peque ha sido una muñequita de trapo con un vestido igual que el que le hice a ella para el Corpus. Y a mi madrina le he regalado unos tapeticos a punto de cruz. Bueno en realidad son unos posavasos para la mesilla de noche, pero eso ya ella que le dé el uso que más le convenga que pa’eso son suyos.
Pero como hoy es el Día del Carmen, y la Virgen del Carmen es la Patrona de las Aguas, vamos a hablar de fuentes. En concreto, de La Fuente del Avellano.
Uno de los rincones de Graná donde la naturaleza ha puesto más encanto es en la ladera del cerro del Generalife, donde hay tres fuentes, una de ellas, la del Avellano que además de regalar su cristalina agua a los paseantes, ha sido siempre objeto de una cierta veneración poética hasta el punto de ser ya una nota distintiva de la tierra.
Fuentes que, si bien son pequeñicas, son lo bastante para surtir a gran parte de la población de un agua que, aunque no del todo buena, es la única que se puede beber en este abandonado país y a las que no se pueden acceder por la dejadez inconcebible en que se encuentra el camino que conduce a las fuentes, cortado por los continuos derrumbamientos del terreno.
El camino desde el Avellano a las otras fuentes está prácticamente imposible de transitar. Lo han cubierto las terreras desprendidas y está peligroso de andar, no sólo por la dificultad del piso sino porque ya hasta da canguelo pasear por allí, vaya que haya nuevos derrumbamientos y te pillen por medio.
Ni qué decir tiene, que este lugar, no sólo merece tanta atención como cualquier monumento artístico, y que lo malo ya no es que los escritores y poetas se queden sin esta “fuente” de inspiración, sino que el pueblo de Granada se quede sin las otras dos fuentes porque sería una verdadera perturbación en el abastecimiento de agua de la ciudad.
Como casi todos los problemas, esto se debe a la dichosica manía que tenemos de no reparar las pequeñas averías que necesariamente tienen que ocurrir. Poco a poco van haciéndose mayores hasta que llega el día en que para repararla hay que hacer un presupuesto que casi siempre por lo costoso, se abandona.
¡Ya podrían proyectar un algo ahí que mejorara el asunto!
De primeras, restablecer los caminos, pero también podrían ver cómo aumentar su caudal y reorganizarlo. Y ya puestos, ensanchar las plazoletas que hay frente a ellas. Ya no sólo por lo pintoresco, sino por salud pública.
Total, para el caso que me van a hacer…
¡Ná, son ganah-ganetah!
Se perderán.
Ya lo verás.