5 AGOSTO DE 1920, JUEVES

Querido Diario:

Lo de que el rebaño de cabras atraviese el salón de la casa cada vez que vienen de vuelta del paseo, es algo que siempre sorprende a Carmelita.

¡No se acostumbra, oye! Cada vez que las ve, se queda traspuesta observando la situación y cuando ya salen por la puerta al patio de detrás camino de su corral, le entra risica y me mira como diciendo:

-¿Has visto eso?

Le encantan las cabras, tanto que el Tío Paco se la ha llevado un rato con él a enseñarle como las ordeña y ahora dice que ella quiere llevarse una cabra pa’Graná. ¡Lo que nos faltaba en  la casa!

 ¡Vamos, de la que nos arma mi mae, salimos nosotras y la cabra por la puerta, en menos que canta un gallo!

En fin, que mi tío para darle el capricho, le ha dicho que uno de los chotillos que hay por allí ya es suyo, pero que él se lo cuida para no separarlo de su madre y su familia. Parece que se ha quedao medio’convencía. Ahora la tarea es encontrarle el nombre adecuado, y lleva una tarde… preguntándole a to’er que pilla su opinión.

A ver por cuál se decide finalmente y cambia de problema que cuando le da por un erre que erre…

¡No veas lo que arremete con lo chica que es!

De momento va ganando la propuesta de mi tío que es: “Alajillo” (por aquello del chotillo al ajillo) pero la chiquilla no entiende de recetas de cocina y le hace gracia como suena… Si supiera lo que le está diciendo El Tío… ¡No quiero ni pensar el berrinche!

¡Mira que es malo! Esta gente de campo… ¡son más brutos que un arao! pero tié su gracia er tío Paco, las cosas como son. Habrá que buscar otro nombre rápidamente al animalico pa’evitar el drama que se avecina. Si no, ¡aviaos vamos!

Hoy era la misa en el Mulhacén ¿habrá podido ir al final Manolín?

Ojalá, ángelico, con las ganas que tenía de ir.