14 AGOSTO DE 1920, SÁBADO

Querido Diario:

Pues sabes tú que tiene este Ayuntamiento una manera “especialísima” de tratar los asuntos de subsistencias…

Venga a inventar y el resultado es siempre el mismo.

¡Tengo un muerdibulle ya con el tema que no te cuento!

Un día se habla de los trigos y harinas; otro, del aceite; otro, del arroz; otro, de las hortalizas… Y así van desfilando, una a una, las distintas formas y variedades del conflicto de los abastecimientos. Mucho debate y palabrería pero poca solución práctica y poca mejoría, por no decir: ninguna.

Y es que van parcheando sin ton ni son, sin una idea clara de a dónde quieren ir. Mientras estudian un aspecto del problema, se olvidan del resto; y mientras aprietan por un lao, aflojan por el otro.

En el último Cabildo, dedicado esta vez a las papas, por lo visto, se presentó una moción para que se asegurase el abastecimiento de nuestra población disponiendo que los abastecedores destinen al mercado granadino las cantidades precisas para el consumo.  Y ya es que ni se molestaron en debatirlo, hicieron caso omiso del tema, como si nada, como quien oye llover.

¡Pues como no ocurra un milagro, poca solución tiene esto!

Y para colmo, ahora el delegado de abastos, Sr. Leyva, quiere descansar y ha pedido 2 meses de licencia.

¡Pues ya la hemos liao otra vez!

¿Esto significa qué será temporal o definitiva? Y puestos ya a preguntar: ¿hay alguna relación entre esta licencia y la dimisión del delegado del Matadero?, ¿es que están en crisis las delegaciones municipales?… ¿o es simplemente que nuestros gobernantes se quieren ir de veraneo?

¡Vaya tela!

Hasta el Señor Bergamin, ministro de la Gobernación, ha dicho que se va unos días a Santander porque quiere leer y en Madrid no le dejan porque no paran de llegarle cartas… ¡Qué cosas! ¿no?

Nah, la gente que tiene la mala costumbre de comer para vivir… Esque, esque…

¡Qué alma tiene!

 ¡Ojalá el hambre de la gente también pudiera irse a veranear! ¡No te digo!

Me da a mí que pa’otoño no llegamos sin que se líe una gorda. ¡Ya lo verás!

¡Ofú, qué rebotamiento tengo en lo’arto, mare mía! ¡No puedo con estas cosas, de verdad!