Querido Diario:
Preparando para irnos ya, y Manolín se viene el sábado. Acabo de llegar del horno de San José, el que está en el callejón de las Campanas (nº1), que he subío en una volá a comprar unos dulces secos y turrones blandos para llevarles a los parientes, que los tienen muy baraticos y están bien ricos. Mantecaos y polvorones no he comprao porque ya haremos nosotras allí nuestros mantecaícos durante estos días.
Un trajín que llevamos hoy preparando. No tengo mucho tiempo para escribir porque salimos en un rato pa’coger el último coche a Güévejar pero no quiero que se me pase contar lo de la Carretera del Fargue nueva antes de irme.
Ayer cuando fuimos a comer a la Golilla pudimos ver cómo ha quedado la obra de la nueva carretera al Fargue, que tiene un refinado gusto artístico, las cosas como son. Desde ya, una de las reformas que más engrandecen a nuestra ciudad y que pone en comunicación la industrial y pintoresca Alquería con la capital.
Los quebrados y accidentados terrenos por dónde pasa, dominando las alturas de los cerros de San Cristóbal y la Golilla de Cartuja dan al paseante la sensación idealista de la belleza que encierra nuestra capital.
La curva que forma en la muralla de San Cristóbal y la que existe rodeando el molino de Cartuja son verdaderos balcones dónde se divisan todos los pueblos de La Vega, formando un cuadro tan sugestivo que llena el paseo de una sublime admiración.
Un lugar perfecto para ir a caminar con los niños por este sitio, porque, como dice Papa-Antonio, si en la escuela aprenden a ser hombres cultos e instruidos, en el campo se complementa su educación inculcándoles las bellezas de la naturaleza. La verdad es que el paisaje presenta tonos que no existen en la paleta de pintor alguno. Es precioso.
Esto demuestra la necesidad que hay de que los pueblos intensifiquen su acción en el fomento de grandes vías de comunicación. Y a propósito de esto, aquí encaja la reforma esa de que tanto hablan que, de llevarla a cabo, mejoraría en mucho el acceso al Albayzín, que consistiría en abrir una calle en San Gregorio Alto, en las cuatro embocaduras que hay a su entrada y esta calle a pocos metros se encontraría con la carretera nueva y resultaría de suma comodidad a los vecinos (actual calle Pagés).
Además, con la apertura de esa calle se facilitaría también el libre movimiento de la industria porque no reúnen condiciones para el rodaje de las empinadas cuestas de Chapiz y de la Alhacaba que en la actualidad sirven de paso a los carros que conducen las materias para fabricación de tejidos, el agua y toda clase de mercancía que tienen que ser transportada en carro.
A ver si lo tienen en cuenta y se ponen manos a la obra, que es un cachico de calle que daría mucha vida.
-¡Conchita, aligera que nos vamos en cinco minutos!
-¡Ya voy!- Ya me están llamando. ¡Amoh que noh vamoh!