Querido Diario:
Nosotros festejando el 25 y en Madrid y Barcelona, atentados con bomba.
Si es que…
¡Vaya país de locos! Ya no se respeta ni la Pascua.
Tras dos días sin periódico, el golpe de realidad ha sido tremendo.
Cierto es que en estos días de fiesta, Granada, por ejemplo, está llena de forasteros y gentes del lugar que llenan las calles. Los comercios hacen buenas ventas y todo en su conjunto da una pintoresca y bonita visión de vida invernal alegre y populosa, que no podemos negar todo lo beneficioso que trae consigo en estas fechas.
Pero si bien la Navidad nos trae entrañables reuniones familiares que seguramente recordaremos con mucha ternura a lo largo de nuestras vidas, también pone de manifiesto las enormes desigualdades sociales que sufrimos entre unos y otros.
Cuanto mayor es el hartazgo de la gente portentosa, más estruendosas son las diversiones que se proporcionan con su dinero y más resaltan las privaciones y amarguras de quien nació en harapientos pañales.
¡Pues, ni calvo, ni tres pelucas, jolín!
Menos alardes y más compartir que de eso se trata el mensaje de Amor del Niño Manuel, ya lo estuvo explicándolo el párroco hoy en la misa, pero al parecer, aquí, los que más tienen hacen oídos sordos deliberadamente y, lo que es peor, avivan con su desprecio e indiferencia la indignación del que no tiene pa’comer.
Que no es que esto justifique que algunos pongan petardos el día de Navidad pero que se entiende que uno cuando no tiene ya nada que perder, le importe ya tres gabinas llevarse por delante lo que sea. En este caso (en Madrid y Barcelona) los atentados han sido en unas fábricas, sin ocasionar daños personales, más que materiales, pero como sigan apretando a la clase trabajadora con tanta impunidad y descaro, acabaremos malamente.
De verdad que no sé qué remedio le van a poner a esto.
¡Ya me han dao er’día, jolines!