Querido Diario:
Como el día 1 es el día de Manolín, y el siempre busca cualquier excusa para sorprenderme con un detalle, no quiero yo ser menos, y estos días le he estado bordando el escudo de farmacia para cosérselo a su bata. Hoy por fin lo acabé. Ha quedado requetebién, la verdad. Espero que le guste. Lo que sí es seguro es que no se lo espera.
¡Deseando estoy de dárselo a ver qué cara pone!
¡Vaya año que cerramos! Ha sido tan intenso. Y no digamos cuánto he aprendido leyendo todos los días El Defensor y escribiendo mi diario. Ha sido una buena escuela. No sólo El Defensor, sino la constante ayuda de mi Papa-Antonio para comprender y ponerme en antecedentes de todo lo que me iba interesando. He tenido buena escuela y buen maestro.
¡Pues anda que no hemos hablado de temas interesantísimos! Social y políticamente no vamos más que de crisis en crisis y económicamente está tó como pa’llorar: que si el cambio de alcalde, que si los proyectos atrancaos, que si la dichosica carestía, que si los atentaos… pero también me han pasado cosas muy buenas.
Madre ya me dio el cargo de aprendiza y empezó a pagarme un salario chiquitico para que yo tenga pa’mis gastillos. O como conseguir el gran sueño de mi vida: ¡Montar un gallinero!
He ido un montón de veces al teatro y al cinematrógrafo. He estado en el pueblo con mis parientes varias veces, he hecho nuevas y profundas amistades, como con mi Loli, y no me he perdido un sarao. Siempre que he podido estar, allí he estao.
Pero, quizás, la amistad más curiosa del año ha sido con Manolín.
¡Ya ves! ¿Quién me iba a decir a mí hace un año que aquel chiquillo tan pesao y chinche al que no soportaba ni una mititilla iba a convertirse en tan buen amigo?
Bueno, también es verdad que él ha cambiado mucho. Desde que entró en la botica de aprendiz es otro y se ha convertido como en un hijo para D. José. Aunque en lo liante pa’buscarle la revuelta tó y en lo cantarín… quien nace lechón muere marrano.
Adora ha podido seguir estudiando y eso, aunque no se lo diga para que no se lo tenga demasiado creído y luego me chinche, la verdad, es que me produce mucho orgullo y satisfacción su valía. Y Carmelita, esa piticlara que parece ya una mujercita en miniatura, pronto empezará a ir a la escuela también. Y con lo lista que es, estoy deseando verla ya leyendo conmigo.
La Patro y el muchacho aquel al que iban todas, en comandita, a rondar a la Gran Vía, ya son novios a escondías. ¡Mira que les ha costao trabajico hablarse! Y Loli, además de demostrar dentro de su humildad que es una magnifica alumna aprendiendo no sólo a leer, sino con todo lo que se le terciase, por fin, se trae a sus hermanillos chicos al Asilo de San José a primeros de año. Dice que es el mejor regalo de Navidad que podían darle en esta vida y ya está soñando con todo lo que va a hacer con ellos cuando los tenga por aquí.
Y a la Sole, como no espabile, se le va a pasar el arroz. Debería pensar menos en las demás y más en buscarse ella un muchacho que la trate como la reina que es. Se merece lo mejor de lo mejor pero, sobre todo, hay que decir que, el que dé con su corazón va a tener una vida llenísima de sus alegres ocurrencias y su magnífica fuerza vital. Cualquier cosa puede pasarle pero junto a ella, nadie podrá decir que su vida es aburría.
Madre y Padre siguen a la par procurándonos todo lo que sea necesario, y esté en sus manos, para que la familia entera prospere honradamente con su trabajo y esfuerzo, sin dejar nunca de ser buenas personas. Y Papa-Antonio, aunque ya se le empieza a ver cansado por los años que lleva a cuestas, no me falla nunca para estimular cada uno de mis pasos y guiar mis inquietudes alimentando este alma loca que me ha dao Dios.
Un año en el que he aprendido un montón de cosas, pero sobre todo a observar, preguntar y reflexionar por todo lo que ocurre a mi alrededor y que, a pesar de los pesares, y los que estén por venir, a que el mundo y sus gentes no me sean nunca indiferentes.
Nunca pensé que 366 días pudieran dar para tanto, menos mal que lo tengo tó’anotao.
En fin, se acaba el año pero me quedarán entregas del Conde de Montecristo por leer todavía en este 1921 que se presenta.
No es mal comienzo tampoco.